Xoloitzcuintle el perro Azteca
Xoloitzcuintle el perro Azteca
Xoloitzcuintle el perro azteca, viene de itzcuintli que significa perro; y xolotl, palabra que en el idioma náhuatl tiene varios significados.
Según el diccionario de náhuatl de Wimmer (2004) xolotl significa “paje, servidor o esclavo”, según el de Molina (1571) es “siervo, mozo o criado” y según Clavijero (1780) es “criado, paje o fiera”.
Xólotl
Por otro lado, Xólotl también es el dios del ocaso y es el nahual (hermano gemelo) de Quetzalcóatl.
Al ser el dios del ocaso también se relaciona con el paso al inframundo (pues es el momento en el que el sol se oculta).
Se le representaba como un hombre con cara de perro.
Venus, el lucero del amanecer y del ocaso, recibía, en náhuatl, el nombre de Tlahuizcalpantecuhtli y era conformado por una dualidad (como toda la cosmología náhuatl) conformada por Quetzalcóatl y Xólotl.
Quetzalcóatl, dios de la sabiduría, representaba la estrella de la mañana y Xólotl la estrella del ocaso: eran el mismo planeta pero dos aspectos diferentes de él.
Xólotl, como deidad y en calidad de estrella vespertina, era el encargado de acompañar al Sol del ocaso, Tlalchitonatiuh, en su recorrido nocturno por el mundo inferior (Reino de la muerte y oscuridad).
“Y como el Sol vuelve a nacer, Xólotl que lo condujo al inframundo se transmuta en su gemelo Quetzalcóatl, estrella de la mañana, quien tiene la tarea de llevar al Sol de nuevo al Cielo”, es decir, mientras Quetzalcóatl anunciaba la llegada del sol (el astro más importante para los mexicas), Xólotl anunciaba su retiro y su entrada al inframundo; Xólotl era quien se encargaba de acompañar al sol en su recorrido por el reino de la muerte.
El inframundo
Xólotl además es la deidad de los gemelos y de todo lo relacionado con lo doble. Además era el dios patrón de los brujos.
Asimismo, algunos mitos sobre el origen de la humanidad señalan que Xólotl acompañó a su hermano, Quetzalcóatl, al mundo inferior.
Ambos buscaron los “huesos sagrados” de los ancestros para crear a los hombres y mujeres del Quinto Sol, quienes iluminarían al mundo actual.
Para rescatar las osamentas ambos se enfrentaron a Mictlantecuhtli y a Mictecacíhuatl, dioses de la muerte y del inframundo, respectivamente.
Sin embargo, existe la versión de que tal logro fue hecho solamente por Xólotl e incluso, a él, se le asignó el criar a las primeras niñas y niños creados a partir de sacrificios de sangre divina.
Xólotl fue acompañante de su gemelo Quetzalcóatl y del Sol, así como de los espíritus de los muertos durante sus travesías para llegar al Mictlán, último nivel del mundo inferior donde encontrarían el descanso eterno.
Xólotl y sus representaciones
Una de sus transfiguraciones era el guajolote (huexolotl) y el perro (xoloitzuintli).
Ambas carnes eran consideradas sagradas y eran comidas en ocasiones importantes (y no regularmente como comúnmente se cree).
Los antiguos mexicanos no solamente consideraban que los xoloitzcuintles los acompañaban en su viaje por el Mictlán, sino que también eran comidos por los antiguos habitantes del país en días especiales como banquetes de boda y funerales.
Leyenda del Xoloitzcuintle
En el pensamiento nahua, había tres destinos para los muertos:
- Si uno moría en la guerra o dando a luz terminarían en Tonatiuhichan (la casa del sol).
Ahí vivirían en los jardines floridos libando el aroma y el zumo de las flores y al amanecer acompañarían al sol en su recorrido dando alaridos y golpeando sus escudos.
En el amanecer, los acompañantes serían los hombres y en el atardecer las acompañantes serían las mujeres.
- Si uno moría ahogado, por rayos, lepra, gota, sarna, hidropesía o algo que se relaciona con el elemento agua, su destino sería el Tlalocan (el lugar de Tláloc).
Este paraíso estaba en la región oriental del universo. Ahí la vida era feliz y había árboles frutales, maíz y chía.
- Por último, la gran mayoría que no morían por las causas anteriores tendrían como destino el Mictlán, la región de los muertos.
Este lugar lo regía Mictlantecuhtli (el señor del Mictlán) y su señora Mictecacihuatl.
Ahí iban tanto los pipiltin (príncipes) como los macehuales (los plebeyos) y todos debían pasar varias pruebas y recorrer los nueve estratos subterráneos.
La importancia del Xoloitzcuintle
En el primer estrato era donde el xoloitzcuintle era de mayor ayuda.
El primer nivel del inframundo era llamado Itzcuintlan, era un lugar habitado por xoloitzcuintles. Ahí, el muerto debía cruzar un río ancho llamado Apanohuayan.
El perro ayudaba a la persona, pero si no había sido bueno con él en vida, no lo cruzaría y se quedaría sin liberar su tonalli ( el tonalli es una de las energías que constituyen a las personas y se traduce como “alma”).
Por ello y cuando alguien fallecía, como parte del ritual funerario se solía sacrificar a su perro para enterrarlos juntos.
En el hocico del animal solían colocar un jade, simbolizando su corazón inmortal.
En caso de que no se dispusiera del cuerpo del difunto, se hacía un bulto mortuorio al cual se le ataba alrededor un collar con la efigie del perro divino, denominado Xolocózcatl.
Esta práctica ritual también estaba basada en la creencia de que el perro es un ser nocturno que conoce bien los caminos en la oscuridad y que puede ver a los espíritus.
Los españoles por poco y terminan con la especie, por lo que los xoloitzcuintle se refugiaron en las sierras de Oaxaca y de Guerrero, en donde vivieron ocultos por muchos años.
Fue hasta la década de los 50 del siglo XX que la Federación Canófila Mexicana y la Federación Cinológica Internacional los reconocieron como raza y hasta ese momento se comenzaron a tomar medidas para conservar la especie.
Xoloitzcuintle en la actualidad
Actualmente la especie se considera como icono.
Estos animales se presentan en tres variedades: la estándar (con una altura de entre 45 y 55 cm), intermedia (de 36 a 45 cm) y miniatura (de 25 a 35 cm).
Los xoloitzcuintles tienen colores uniformes o manchas. Los hay negros, grises, rojizos, color bronce, etcétera. Pueden llegar a tener manchas blancas.
Aunque su principal característica es la falta de pelo, algunos de ello sí tienen.
Debido a la mutación genética que los hace no tener pelo, también pueden tener ausencia de premolares e incisivos, es por eso que muchos lo conocen también por “chimuelos”.
Se le considera un perro hipoalergénico, es decir, que no produce alergia. Esto se debe a que tiene muy poco pelo. Su falta de pelaje le permite vivir sin pulgas.
Según estudios del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, el origen de esta raza se puede remontar hasta hace 7 mil años.
De esta raza se habrían derivado otras como el perro peruano y el crestado chino.
Su esperanza de vida va de 12 a 14 años. Al ser una raza primitiva es difícil que tenga enfermedades o problemas congénitos.
Su piel es delicada y naturalmente secreta aceites que la protegen del sol y los mosquitos.
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