Nunca estás sola
La cafetería estaba llena en su interior,
no había un solo lugar,
de todas formas quería sentarse afuera,
así podría fumar.
Desde que salió de casa
llevaba la idea fija de superar ese miedo en ella,
ese terror con el que lleva viviendo
por más de cuarenta años.
Para algunos, podrá parecer una tontería,
pero para ella era todo un reto.
Así que mientras manejaba con dirección a su destino,
convencida (según ella) de superar su miedo;
su cabeza empezó a trabajar a una velocidad desorbitada
y entonces empezaron las voces (no, no está loca).
– ¿Ya viste la hora? Seguro que está cerrado.
– No vas a encontrar dónde estacionarte.
– Mejor cambia la cita que tienes después (y lo intentó)
– ¿Y si te vas a un parque, te estacionas y te quedas en el coche?
– En cuanto te bajes, todo el mundo te va a ver, ¿ya te viste?
– Van a pensar que estás loca, que nadie te quiere, por tomarte un café tú sola.
– ¿En qué carajos estás pensando?
– Todas las personas te van a analizar de pies a cabeza, no vas con nadie con quien cubrirte.
Al final, no hizo caso a las voces
y decidió ir,
si tal, no se bajaría,
o, en un momento dado,
compararía el café rápido y se lo tomaría en el coche.
Así que llegó a su destino,
su primer mensaje
fue un letrero enorme en la entrada de la cafetería:
¡ABRIMOS DESDE LAS 7:00!
Ya no tenía el pretexto de la hora.
Justo enfrente encontró un lugar de estacionamiento,
ya no había pretexto de no encontrar lugar.
En la parte de afuera de la cafetería
no había nadie,
así que nadie la vio bajar ni entrar.
En cuanto se abrieron las puertas,
las piernas le empezaron a temblar,
por un segundo dudó en dar la vuelta;
cuando puso atención,
todos adentro estaban solos,
cada uno en su mesa,
audífonos puestos y trabajando en algo,
o sea, nadie se dio cuenta que entró.
Pidió su café expreso doble
y la chica, amablemente, se ofreció a llevarle el café afuera
junto con un cenicero.
En su interior solo atinó a decirse:
Ya ves, nadie te peló, ni siquiera te notaron; eres tan insignificante.
Un reto personal y emocional
Para cualquiera, esto es una tontera;
pero para ella era un gran reto,
importante y difícil.
Cuando tiene tantos asuntos de auto-estima que resolver,
problemas de confianza en sí misma
y por supuesto, el temido miedo al qué dirán;
ir a tomarse un café, sola;
puede ser motivo de una crisis emocional
y superarlo, puede ser un gran paso
para terminar con los bloqueos que detienen su crecimiento personal.
Si no hubiera tomado la decisión de enfrentar esa pequeñez,
estaría sentada en su coche
pensando que jamás será capaz de hacer nada ella sola.
Siempre dependerá de alguien más
para poder hacer hasta lo más mínimo e insignificante,
como tomarse un café.
Y aún sentada ahí,
habiendo superado su pequeña, gran prueba,
temblaba como una hoja en pleno otoño
porque se sentía tan expuesta.
Una chica salió de la cafetería
y se sentó justo en la mesa enfrente de ella;
aunque ella estaba escribiendo, pudo sentir su mirada,
levanta los ojos de la libreta
y la chica le sonríe,
ella devuelve la sonrisa
y su cabeza empieza de nuevo:
– Se está riendo de ti, de lo ridícula que te ves
aquí sola, tomando café y escribiendo.
Entonces encendió un cigarro
y se responde valiente:
– No es así, ella sólo sonrió por cortesía;
está en sus cosas y yo le valgo tres pepinos.
Y así es…
Así que con su prueba superada,
con su respiración más tranquila,
decidió seguir escribiendo
y disfrutar del momento.
Tal cual, pasó más de hora y media
sentada ahí tomando café,
fumando un cigarro
y escribiendo sin parar.
Entonces se dio cuenta
que jamás estaba, está o estará sola;
porque estaba con la persona más importante,
ella misma…
…y entonces sonrió.
Por hoy es todo, pero ya sabes que cualquier cosa,
estaré encantada de leerte en los comentarios y por correo (platicamosrocio@gmail.com).
Si te apetece, comparte y soñemos juntas.