Cumplo 30 años y ¿ahora qué?
Cumplo 30 años y ¿ahora qué?
Habían pasado ya treinta años;
treinta años sin levantarse de la cama
sin dolor.
Ya no sabía lo que era
no sentirlo.
Se había convertido en algo
que ya formaba parte de su existencia,
de su vida e, incluso, de lo demás.
Aunque intentaba, por todos los medios,
que no la vieran débil,
el dolor era mucho más fuerte de lo que ella quería pensar
y, aún así, demostraba una y otra vez, su propia fortaleza.
Aquella mañana fue diferente,
esa mañana se sentía realmente cansada,
agotada,
no física sino mentalmente.
Sentía que ya no podía más,
solo quería acostarse a dormir
un sueño profundo
donde sus sueños se hicieran realidad,
pero, sobre todo, donde el dolor
dejara de existir.
En su mente,
mientras se llenaba de ilusión por dormir
y dejar de sufrir;
escuchó una voz como si fuera entre recuerdos,
una frase, una imagen.
«Has venido a este mundo a cumplir tu misión,
al igual que todos;
vas a sufrir y sufrirás mucho.
Hoy tienes la oportunidad de decidir,
ven conmigo ahora,
duerme y deja de sufrir.
O quédate a cumplir lo que has venido
a aprender, a enseñar, a vivir.»
Y entonces lo vio todo claro,
tenía ante sus ojos la mejor opción,
la que tanto había deseado;
dormir y dejar de sufrir por siempre.
Así que lo hizo;
se quedó con todo su dolor,
entendió que todo valía la pena
solo recordando las cosas y personas
por las que se sentía agradecida
y la vida le estaba ofreciendo
la oportunidad de valorar.
El dolor era la menor de sus preocupaciones,
ahora sentía que debía empezar a vivir,
no con el dolor ni para el dolor,
sino para y por sí misma.
Por hoy es todo, pero ya sabes que cualquier cosa,
estaré encantada de leerte en los comentarios y por correo (platicamosrocio@gmail.com).
Si te apetece, comparte y soñemos juntas.
Me encantó!! Me sentí identificada y nuevamente bendecida de ser y estar, gracias Rocio q manera tan maravillosa d escribir.
¡Gracias amiga!
Esta forma de escribir no es otra cosa que expresar lo que sentimos muchas y a veces, creemos que somos las únicas o que estamos mal; somos muchas y sentirnos acompañadas y entendidas nos hace valorar más lo que somos, lo que sentimos y lo que tenemos; de esa forma es más fácil seguir.