Soy feminista, machista o ninguna

Soy feminista, machista o ninguna

 

Hoy quiero contarte una historia… ah no, eso es en otra categoría y hoy no toca 

 

 

Soy feminista, machista o ninguna

 

No soy feminista, machista o ninguna; sino todo lo contrario… soy anti-etiquetas de cualquier tipo.

Más bien quiero hablarte de algo que me pasó ayer y que  relacioné con lo que el mes pasado te decía de que cuidemos nuestras palabras.

Nos reunimos varias mujeres del Colegio de mis enanos.

La conversación empezó sobre temas triviales y no se cómo acabamos hablando de infidelidades, lo que nos llevó a hablar sobre un tema que hoy está arriba, arribota, arribototota; y más acercándose el día internacional de la mujer: el feminismo.

Yo no te voy a hablar sobre el día internacional de la mujer ni sobre feminismo, sabes (si me has leído) que no me gusta tomar posturas y menos de forma pública; intento mantenerme al margen de temas que puedan crear polémica o conflicto.

Aclarado este punto, quiero que leas realmente  lo que escribo y que tiene que ver más con el tema de la congruencia y el cuidar nuestras palabras como te decía antes.

 

 

Feminista muy machista…

 

A veces, nos metemos tanto en un tema o idea, que en realidad, no analizamos qué tan acorde está con nuestras creencias, educación, sentimientos o pensamientos y solo nos montamos en la ola que todos están montando sin analizar si realmente tenemos ganas de surfear.

Por lo tanto, lo que yo cuestiono aquí no es la creencia en sí misma o si estás o no a favor de tal o cual tema, sino más bien, el poner atención a lo que defendemos a capa y espada; y si realmente, es esa nuestra postura en lo más profundo de nuestro ser; o nuestro inconsciente (nuestras creencias o nuestro verdadero yo) salta sin que nos demos cuenta.

 

 

O era machista muy feminista…

 

Una de ellas incluso lo dijo claramente, que era feminista.

Y claro, yo soy de la idea de que absolutamente todos los extremos pueden llegar a ser negativos porque cada situación, momento o persona será diferente y puede que la perspectiva entonces cambie.

A mí lo que me brinca es el feminismo que defiende la postura de que hombres y mujeres somos iguales.

¿De verdad somos iguales?

Y si es así, entonces a mí me surgen un montón de dudas que pongo en la mesa, no para que defiendan su punto o para que me convenzan de algo, sino más bien para que se den cuenta que, en el fondo, no creen lo que tanto defienden.

 

 

¡No!, soy un alma perfecta en un cuerpo físico extraordinario, igual que tú

 

Ella comentaba (cabe aclarar que es madre de dos hombres igual que yo) que ella está educando a su hijo (el otro es muy peque) para que sea un hombre de bien, pero que reconoce que si tuviera hijas las educaría diferente porque no cabe duda que los hombres son más fuertes y las mujeres son más débiles o vulnerables. (???)

¿Ves por qué te hablo de congruencia y de cuidar nuestras palabras?

Aquí el punto a analizar no es si es o no feminista; o si está educando a un hombre de bien o a un machista.

El punto es que por un lado defiende la igualdad y por el otro nos habla de educar diferente; por un lado nos habla de igualdad entre hombres y mujeres; y por otro habla de diferencias bastante notorias y basadas en los estereotipos de toda la vida.

Y como este, hubo varios puntos similares.

 

 

Intentemos dejar un mundo mejor a nuestros hijos…

 

Ahora sí te voy a hablar de mi postura y percepción.

Y empiezo por preguntarte ¿por qué en vez de educar a mujeres u hombres de bien, no educamos a seres humanos de bien?

Qué más da si son hombres o mujeres.

Les enseñamos a los niños a defenderse si son atacados, pero les decimos que a las niñas no se les toca, que hay que respetarlas; y si ellas faltan al respeto o incluso golpean, entonces ¿ellos no tienen derecho a defenderse?

A las niñas les enseñamos que ciertas cosas no se hacen porque no son «cosas de niñas» y entonces las hacemos vulnerables y débiles; pero les decimos que no se dejen de los hombres, ¿y de las mujeres que sí se dejen?

Nos pasamos la vida enseñando incongruencias y después nos preguntamos porqué las mujeres aguantan ciertas cosas o porqué los hombres son de cierta manera.

Si realmente queremos una «igualdad» tenemos que ser coherentes en lo que pensamos, lo que decimos y cómo actuamos.

No es lo mismo igualdad que justicia. La igualdad es que todos deben ser tratados exactamente igual sin importar lo que sean, hagan o tengan. La justicia se trata de darle a cada quien lo que merece por ser quien es, hacer lo que hace y tener lo que tiene.

 

 

O mejor aún, dejemos mejores seres humanos a nuestro mundo…

 

Guiemos a nuestros hijos para ser mejores personas, quitemos las etiquetas (entre ellas las de género).

Plantemos en ellos las semillas del amor y el respeto por todo y por todos; partiendo de ahí no necesitan más diferencias o igualdades.

Con esto, ellos no lastimarán a nadie; hombre, mujer, adulto, niño, blanco, negro, homosexual, heterosexual, bisexual, etc. Todos somos seres perfectos y todos merecemos amor y respeto.

Y también, enseñemos que merecen ser respetados y amados, marcar sus límites ante quien sea; hombre, mujer, adulto, niño, blanco, negro, homosexual, heterosexual, bisexual, etc.

No tienen porqué aguantar o tolerar a nadie solo por el hecho de no parecer homofóbicos, racistas, etc.

Tienen derecho a decidir quién sí y quién no, sean quienes sean, hagan lo que hagan o tengan lo que tengan.

Pero, sobretodo, seamos congruentes nosotras mismas a la hora de educar y enseñemos a nuestros hijos a ser congruentes también.

 

FIRMA ROCIO CASAS

 

Por hoy es todo, pero ya sabes que cualquier cosa,

estaré encantada de leerte en los comentarios y por correo (platicamosrocio@gmail.com).

Si te apetece, comparte y soñemos juntas.

No seas diferente,
¡Sé única!

¡Besiños infinitos!

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